La primera lata de acero para bebidas apareció en Estados Unidos en enero de 1935, Reino Unido hizo lo propio a fines de ese mismo año, desde entonces la lata ha evolucionado hasta llegar a las extrabrillantes, las autocalentables y las autoenfriables.
Probando, Probando…
Los primeros intentos para envasar cerveza en un envase de acero se remontan a 1909, cuando un fabricante norteamericano trabajó, sin éxito, en el desarrollo de una lata para esta bebida. Curiosamente, fue todavía durante la Ley Seca cuando los fabricantes de envases investigaron a fondo las posibilidades de la lata como envase para cerveza.
Marcas de renombre como Anheuser-Bush y Pabst trabajaban en este campo hacia 1929 y apenas cuatro años más tarde ya se disponía de todos los elementos necesarios para dar el salto definitivo. Los expertos vaticinaban que, pese a las ventajas que ofrecían las latas desarrolladas para los alimentos, no cabía pensar que la cerveza pudiera acondicionarse en este tipo de envases. De hecho, los investigadores hubieron de enfrentarse a numerosos problemas asociados a la interacción entre el contenido y la hojalata del envase y a la necesidad de poder soportar y mantener la presión característica de esta bebida.
Algunos fabricantes de cerveza, sin embargo, veían en la lata un soporte idóneo desde el punto de vista comercial. Podían utilizar toda su superficie para promocionar la marca y el producto, adoptar distintos diseños y diferenciarse claramente de la competencia. Pese a todo, las grandes empresas se mostraron reticentes a esta innovación, que consideraban demasiada arriesgada.
Una Fecha: Enero de 1935
La compañía American Can consiguió convencer a Krueger, un pequeño cervecero de Newark, y dispuso la primera línea de fabricación de latas y llenado en sus instalaciones, a costo cero. Las pruebas se iniciaron a finales de 1933 y el 24 de enero de 1935 se vendieron las primeras latas en Richmond, Virginia. Krueger únicamente pagaría si la operación era un éxito. Y lo fue, porque en apenas seis meses las ventas de Krueger se multiplicaron por cinco.
A finales de 1935, un total de 37 fábricas estadounidenses producían cerveza en lata. En un año se habían vendido 200 millones de latas y el crecimiento en años posteriores fue espectacular. Los consumidores apreciaron con rapidez el nuevo producto. No era retornable, se transportaba y almacenaba con suma facilidad, era irrompible y se podía enfriar con rapidez.
¿Tapa Plana o Cierre Cónico?
American Can no sólo había resuelto los problemas de interacción sino que también propuso los cierres que caracterizan a muchas de las primeras latas de cerveza, cuya parte superior es suavemente cónica y está rematada por un tapón corona como los utilizados en las botellas. Otros fabricantes suministraron latas de cierre plano, que requerían el uso de un abridor especial para perforar los dos agujeros dispuestos en la tapa.
Un año después, el fondo de estos envases dejó de ser plano para adoptar una ligera concavidad que permitía resistir mucho mejor la presión interna. Las formas cónicas, según los fabricantes, se hicieron más o menos acentuadas. En 1939 se lanzó un singular envase de dos piezas, denominado “crowntainer”. Vigente hasta mediados de los años 50, este envase representa, por su concepción constructiva, el antecedente de las latas actuales, aunque disponía de forma cónica y tapón corona.
El Salto a Europa
Esta situación se reprodujo en el Reino Unido, donde Metal Box inició la fabricación de latas similares a las americanas, con final cónico y tapón corona. La Pale Ale de Felinfoel, una pequeña firma galesa, fue la primera cerveza envasada en lata y apareció en diciembre de 1935. En poco más de un año ya se vendían 40 marcas distintas, muchas de ellas dedicadas a la exportación. Productores tan tradicionales como Alemania, Bélgica y los Países Bajos también empezaron a suministrar cerveza en este novedoso envase.
La Segunda Guera Mundial detuvo el empuje de la lata de cerveza. La producción para los mercados interiores cesó y solamente se fabricaron latas para suministros militares. La vuelta a la normalidad se inició rápidamente al término de la contienda, con otro suceso de gran importancia: la llegada de los refrescos enlatados.
Probando, Probando… (Otra Vez)
Continental Can Company ya había experimentado en el mercado de los refrescos en 1938, envasando “ginger ale” de la marca Clicquot Club en latas similares a las de cerveza. Problemas de fugas y de alteraciones del sabor a causa del barniz de revestimiento dieron al traste con este primer intento.
Hubieron de pasar 10 años hasta que Pepsi-Cola y algunas pequeñas compañías se interesaran por la posibilidad de envasar sus productos en lata, una vez que Continental Can había resuelto los problemas detectados en ensayos anteriores. Sin embargo, las expectativas no se cumplieron y en 1950 Pepsi retiró sus latas de un mercado que no había mostrado interés por el nuevo envase, aquejado de falta de robustez.
El Paso Definitivo
En 1953, gracias a las mejoras introducidas en la fase de fabricación, aparecen de nuevo en el mercado estadounidense refrescos de cola en lata. El objetivo es el consumo en actividades de ocio al aire libre. Esta vez la apuesta es en firme y en apenas dos años las latas de refrescos empiezan a extenderse en el mercado, aunque las grandes compañías se resisten al cambio.
Coca-Cola, que en 1955 ya había enviado latas para las tropas norteamericanas en Japón y el área del Pacífico, seguía haciendo pruebas en mercados pequeños (ferrocarriles, compañías aéreas) pero temía la reacción del gran consumidor ante el nuevo envase. Forzada por la competencia de Royal Crown Cola, que se había convertido en el mayor envasador de refrescos en lata, la compañía de Atlanta lanzó al mercado sus primeras muestras en septiembre de 1959. Ya no habría marcha atrás.
La lata de bebidas es, desde sus inicios, un elemento en constante evolución. Las innovaciones que se introducen son, en ocasiones, casi imperceptibles, pero redundan en una mayor facilidad de uso para el consumidor y en unas prestaciones comerciales y medioambientales optimizadas.
Al final de la década de los 50 desaparecen los cierres cónicos ante las evidentes ventajas que ofrece el cierre plano, y la introducción del aluminio en este sector acelera las innovaciones.
En 1965 se desarrollan en Estados Unidos las latas de acero sin estaño (Tin Free Steel, TFS) y tres años más tarde las primeras latas de este tipo se fabrican en el Reino Unido, donde en 1970 aparecen también las latas de acero de dos piezas del tipo DWI (Draw & Wall Ironed), producidas mediante un proceso de embutición de una pequeña chapa de metal.
Este proceso estaba ya generalizado a principios de los años 80 y es el que se sigue utilizando en la actualidad, aunque con importantes mejoras introducidas a lo largo de estos años.
Inyectando nitrógeno
Hace casi veinte años, la aparición de tecnología para inyectar nitrógeno en las latas permitió envasar refrescos y bebidas sin gas. Para los amantes de la cerveza, en 1992 se diseñó un dispositivo interno, el “widget”, que permite servir el contenido de la lata con las mismas características de sabor y textura que una cerveza de barril. Este dispositivo tiene también su aplicación para otras bebidas espumosas o cremosas.
En 1997 empiezan a fabricarse tapas con una apertura más grande que la habitual, facilitando el consumo directo en la lata o, en su defecto, el vertido del contenido.
Más recientemente, las anillas coloreadas han permitido personalizar los productos mediante el uso de colores combinados con los de las marcas, y el empleo de sofisticadas técnicas láser y de impresión ha convertido a las anillas y a los propios cierres en singulares soportes informativos y promocionales.
Estas mismas tecnologías permiten reproducir con gran calidad diseños cada vez más complicados. La lata puede, además, incorporar tintas termo sensibles que indican cuando se ha alcanzado la temperatura ideal de consumo o pigmentos que reaccionan ante determinados tipos de iluminación, ofreciendo imágenes sorprendentes.
El formato de la lata
El formato también se ha diversificado. A las tradicionales latas de 33 cl. y 50 cl. se unen envases específicos como los de 25 cl., empleados sobre todo en catering aéreo, o los barriles de distintos tamaños ideados para consumo doméstico de cerveza, provistos de ingeniosos sistemas para servir la bebida, “widget” incluido.
Las latas con forma o con relieve representan el futuro de estos envases. Las primeras ofrecen al envasador la posibilidad de distinguirse por completo de la competencia mediante diseños únicos.
Las segundas consiguen un efecto tanto o más sorprendente poniendo en relieve determinados aspectos del diseño, al tiempo que proporcionan al consumidor una sensación táctil hasta ahora desconocida.
En algunos mercados, como es el caso de Japón, las marcas ofrecen latas autocalentables o autoenfriables, en función de la bebida contenida.
El cierre de la lata
Los cierres son también una parte importante en el desarrollo de las latas de bebidas. Después de la etapa inicial, caracterizada por la convivencia de las tapas planas y de los cierres cónicos rematados por un tapón corona, la tapa plana se convirtió en el elemento natural de cierre.
En 1963, la introducción en Estados Unidos de una lengüeta con anilla para abrir la lata abrió una nueva era para estos envases. Hasta entonces se habían utilizado distintas soluciones para abrir las latas, siendo la más habitual la de una pieza triangular que, al ser presionada, permitía perforar unos agujeros preformados en la tapa.
A finales de los años 80 se produce otro cambio de gran importancia con la colocación de un nuevo dispositivo de apertura. La anilla ya no se separa de la lata al abrirla, sino que sirve para hundir la lengüeta hacia el interior. Además de proporcionar mayor comodidad al usuario, esta novedad evita que anilla y lengüeta se separen del envase, lo que permite recuperar la lata vacía en su integridad. Una innovación fundamental desde el punto de vista medioambiental.
La tapa plana tradicional, denominada “211”, tenía un diámetro de más de 65 mm, y esta medida ha ido reduciéndose con la utilización de modelos cada vez más pequeños: “209” a finales de los años 70, “206” hacia 1985, y “202” en 1994, que con sus 52 mm es la tapa habitual en el mercado europeo hoy en día.
Inventan la Lata de Acero Autocalentable
La lata tiene una base que permite que se caliente con tan sólo apretar un botón localizado en el propio envase y en tan sólo tres minutos la bebida alcanza una temperatura de 60ºC.
La explicación es que, al apretar ese botón se desencadena una reacción química entre el agua, situada en un pequeño depósito, y un compuesto de cal. La marca pionera en poner en marcha este sistema ha sido Nestlé, y lo ha hecho en el Reino Unido, donde el mercado de café soluble es especialmente importante.
A diferencia del acero para bebidas convencionales, explica la revista especializada de Appeal, la Asociación de Productores Europeos de Aceros para Envases, “los revestimientos para la protección interior y exterior y la decoración de las latas Nestlé tenían que ser resistentes a la pasteurización debido al contenido en leche de Nescafé.”
La investigación del ingenio ha corrido de la mano de la empresa británica Thermotic Developments Limited y ha contado con el asesoramiento de la Universidad de Southampton.
La Tecnología del Acero Brillante Abre Nuevas Perspectivas de Diseño
Los matices, en diseño, son realmente importantes y a partir de ahora los artistas del envase podrán disponer de una gama más amplia de brillos y de más intensidad a la hora de idear nuevas latas.
Una reciente investigación ha permitido que se puedan fabricar latas de acero brillantes de una intensidad mucho mayor que la que se podía alcanzar hasta ahora.
Coca Cola Light ha sido unas de las pioneras en optar por estos nuevos envases para parte de su producción y también para dar respuesta a diseños de series especiales de los creadores Severine Gómez o Sohie Topokoff que buscaban un aspecto “pop moderno y romántico”, para un público de 25 a 35 años moderno y romántico.
El primer paso para alcanzar el acero brillante para envases fue realizar un estudio para mejorar el aspecto del acero destinado a este fin, realizando mediciones de brillo, color y satinado con las tecnologías DIISS (Diffused Illumination Integrating Sphere Sytem) coordinadas por Arcelor Packaging International, Corus Packaging Plus y Rasselstein.
Las tres compañías crearon un plan de actuación común para evitar duplicar esfuerzos y obtener, en el menor tiempo posible, información específica sobre los diversos procesos de fabricación en toda Europa.
Fuente:Empaqueperformance.com.mx & El Portal del Chacinado