El secreto de la copa para disfrutar del vino

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Entre los aspectos más importantes que debemos tener en cuenta para distinguir las características de un buen vino se encuentra la copa en la que lo servimos. Su tamaño, forma, grosor o diámetro influirá notablemente en nuestro nivel de percepción y, por lo tanto, en el disfrute final.

Grandes creadores del sector del vidrio como Georg Riedel, han estudiado las necesidades de cada tipo de vino, creando copas que ensalzan las virtudes de cada uno de ellos. A continuación brindamos algunos consejos para la hora de escoger la copa en la que serviremos el vino:

Su tamaño

El tamaño de la copa influye sobre la calidad e intensidad de los aromas del vino que degustemos. Debemos elegir cuánto espacio dejamos para que el vino pueda respirar y desprenda sus aromas que nosotros inhalaremos.

De esta forma, el mayor contenido alcohólico de los vinos tintos nos aconseja usar copas grandes, mientras que para los blancos será mejor tamaños menores que, además, realzarán las notas frutales.

Su forma

Bajo el principio bautizado por Riedel de que “el contenido determina la forma”, las características del vino –fundamentadas principalmente por la variedad de uva– nos sugerirán un tipo de copa diferente.

Así, por ejemplo, la copa tipo Burdeos, que dirige el vino hacia el centro de la lengua, armoniza el carácter frutal, los taninos y la acidez, mientras que la copa tipo Borgoña, que envía el vino a la punta de la lengua, es idónea para equilibrar vinos con más acidez y menor tanicidad.

Aunque hay modelo de copas para cada tipo de vino no hay que olvidar que hay modelos mas polivalentes (copa tipo Chianti) que satisfacen las necesidades del consumidor final para una amplia gama de vinos.

Su diámetro

La anchura de la copa influirá en la postura de nuestra cabeza a la hora de la cata. Las muy anchas obligan a inclinar la cabeza hacia delante y las estrechas hacia atrás, por lo que el vino irá hacia una u otra zona de la lengua.

Cada fabricante decide, en función del tipo de vino, qué sabores quiere potenciar y, por lo tanto, ofrece diámetros diferentes.

Su grosor

Sin duda, el cristal fino es el más adecuado. Además de ser más agradable en el tacto con la boca, nos permite una comunicación más cercana con el paladar y nos aporta una visión clara y nítida sobre el color del vino.

Conviene, por tanto, seguir las indicaciones de cada fabricante a la hora de seleccionar uno u otro tipo de copa en función del tipo de vinos que vayamos a degustar. No obstante, como regla general, la cata de vino se beneficia cuando las copas son de gran volumen, cristal fino, boca abierta y cuerpo ancho.

Sin embargo, el champagne exige una copa más alta y estrecha para proteger la burbuja y realzar la finura aromática de este tipo de vinos.

Su pie

Debe tener un buen pie para poder levantarla comodamente y no calentarla, ensuciarla ni transmitir aromas.

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¿Cómo debemos limpiar las copas?

Tras su uso, limpiar las copas y dejarlas perfectas es una operación de gran importancia.

Los mejores resultados se obtienen siguiendo estos sencillos pasos:

  1. Lavarlas con agua tibia, sin utilizar detergentes ni jabones.
  2. Dejarlas escurrir boca abajo sobre un paño para que se sequen.
  3. Si se desea sacar más brillo, una buena solución es pasar la copa por encima del vapor emitido por agua hirviendo y, posteriormente, abrillantar con la ayuda de dos paños de lino sin hacer girar la copa por base.
  4. Guardar la copa en vitrinas sin olores.
  5. Antes de servir un vino, conviene envinarlas con el mismo vino que se vaya a catar para hacer desaparecer posibles malos olores.

Fuente:  El Portal del Chacinado

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